lunes, 17 de noviembre de 2008

Detalles al instante de la mueca artificial del tiempo


Ocho mil ciento setenta horas vividas
Y muertas en el precipicio
De la felicidad incontemplada.
La luz iluminada igual que la distancia.
Transcurre el primer segundo
Del nuevo tiempo
De las ocho mil ciento setenta horas.
Horas que se repetirán en cadena.
Así, Estas horas se comerán los segundos;
Aquellos segundos flotantes…
Ocho mil ciento setenta horas de edad
Multiplicadas por dieciocho.
Ciento cuarenta y seis mil ochocientos ochenta horas
Marcadas en mi carne,
En mis ojos y brazos tatuados del ayer.
Han pasado ya
Veintinueve millones doscientos setenta y seis mil segundos de cambios.
Mientras fluyen los diecisiete mil novecientos dieciséis millones
Novecientos doce segundos de mi vida.
Se aplaca el tiempo fundiéndose en un karma
Aunque no tanto como el presente.
El tic tac no pierde su tiempo.
Y transcurre, pasa, avanza, se esfuma
Un año más del insignificante mundo.
Y el segundero se esconde
En la sombra de tu risa, dando valor
A su sentido en el universo.
Eso es el tiempo,
Eso es la vida.
<>.

1 comentario:

Rodfry dijo...

Nadie puede controlar el tiempo, pero aun así, nos gusta imaginar qué pasaría si lo controláramos.

Me gustó, poéticamente matemático, siempre fui malo para los números, no podría declamar un poema con cifras tan grandes.

Saludos Rodrigo.